viernes, 16 de julio de 2010

HOTEL ROOM CONFESIONS-CAP O2- Teles & ViiBlaCkW



CAP O2 "Pero llegamos tarde"



Dos cervezas y una colilla de cigarro que se hacía nada en un cenicero, Edward acariciaba sus cenicientas piernas y Bella marcaba números sin control sobre el teclado del móvil.

-¿Tienes niñera?-preguntó él con una nota de sarcasmo en la voz.

-Digamos que niñero-contestó con una sonrisa, y a Edward no le pareció nada graciosa.

Rodó su cuerpo sobre el de ella y comenzó a besar despacio su cuello, mientras sus manos sobaban los muslos ya descubiertos por completo. Él un bóxer rojo a cuadros y ella bikini rosa, y a juego con su sostén.

Edward volvió su cuerpo a su lugar, y la veía respirar constantemente. Bella sería la amante perfecta. Tenía el toque de pasión y deseo que le encantaría ver en Jessica. Y además parecía realmente complacida con lo que le estaba ofreciendo.

-¿Le quieres?-preguntó de repente.

-No te entiendo- respondió ella dejando el móvil de lado en el buró contiguo-¿Qué se puede deducir de una chica que acabas de conocer en una disco, que te sigue hasta el hotel y se acuesta contigo?-preguntó ruborizada.

-Es precisamente por eso que te pregunto-se acercó a ella que se había sentado sobre la cama, con las manos debajo de las piernas, mientras las mecía. Edward seguramente pensaría que era una completa cualquiera. Si él supiera que era la primera vez que hacía tremenda cosa, y que solo era porque en unas horas nunca más lo volvería ver, porque estaría uniendo su vida a la de alguien más.

Edward dudó en haberle preguntado sobre su relación. Pero el gusano enfermizo de la curiosidad le quemaba el pecho. Había deducido que estaba casada y se había quitado el anillo, o tenía una relación. Sin embargo al verla escribir un mensaje de texto en el celular había querido saberlo todo.

Le abrazó por la espalda, mientras enrollaba sus piernas en las caderas de ella.

-… si le quieres-finalizó por fin Edward la frase inconclusa- Lo único que puedo deducir de ti, Bella-suspiró y acarició sus cabellos castaños sintiendo como se erizaba la piel de la chica, después descendió por su clavícula hasta que logró que sus manos envolvieran sus senos en un cálido abrazo.-Es que eres maravillosa-Y le dio un beso en la mejilla.

Lo cual la hizo estremecer más que las manos que sostenían sus pechos, o el aliento que rozaba su nuca.

- Y que él es un tipo afortunado y yo un bastardo con mucha suerte – añadió en un ronco jadeo mientras la torturaba entre sus dedos. La cabeza de Bella había cedido al primer contacto de esas expertas manos en sus pechos y descansaba en el hombro de Edward mientras que su cuerpo se encorvaba involuntariamente buscando más contacto de sus manos.

-¿Qué hay de ti? ¿Caminas solo? – Bella no puso reprimir un jadeo cuando él retorció con demasiada fuerza las cumbres de sus pechos. Ya no importaba lo que dijeran sus labios que continuaban estáticos en su cuello. La respuesta era afirmativa. Una novia, o quizá una esposa. Bella por un momento no quiso pensar en que la sensación que competía con el incipiente nuevo orgasmo que se formaba debajo del ombligo, era un incompresible e irracional fogonazo de celos.

Edward tardó unos interminables segundos en reaccionar. Caminaba solo, en efecto, demasiado solo. Rió para sí al recordar que al día siguiente iría del brazo de su madre y no caminaría solo hacia el altar. Después llegaría el vacío, la nada y la histeria. No quería casarse, pero no podía echarse atrás.

- Alguien con voz estridente diría que no, pero yo sé que si – contestó contra su cuello- hasta esta noche. Esta noche sé que vas a acompañarme en cada jadeo, en cada gemido, en cada orgasmo. -Y Edward era el primero que daba las gracias por ello.

Bella jadeó como respuesta al plan y él como si necesitase para vivir el aire que ella expulsaba, giró el cuello y le saqueó la boca. Una de sus manos viajó hacia el sur del suave cuerpo de Bella mientras que la otra continuó turnándose para acariciar y pellizcar sus pechos, erguidos y dispuestos.

Edward extasiado e incapaz de contener la eyaculación, tuvo que apartar rápidamente los dedos cuando sintió la abundante humedad de Bella. Mojada. Caliente. Jadeante. Por él; estaba así de excitada por él y para él.

Bella de inmediato echó de menos el contacto y en un arrebato de valor le agarró la mano y la devolvió a su sexo- Tócame. Tócame, Edward- gimió en sus labios. Edward sabía que la única imagen que podía evitar el ridículo de una inminente eyaculación era la de Jessica. Y funcionó. Su erección decayó lo suficiente. Lo suficiente para poder hundir con libertad los dedos en el cálido y húmedo sexo de una desconocida, con la que de algún modo estaba más conectado que con su futura esposa.

Dos dedos de Edward desaparecieron dentro de Bella y ambos gimieron; en ese instante podía haberse caído el cielo sobre sus cabezas o haberse abierto la tierra bajo sus pies, que para ellos dos no había más suerte y martirio que la fuerte sospecha de saberse en brazos de la persona adecuada, al fin; y el consuelo de que al menos tendrían una noche, esa noche.

Bella había optado por tener el sostén puesto y las bragas en su sitio. Después de todo solo las mantenía en su lugar escasamente 3 minutos, tiempo suficiente para que Edward o ella, cualquiera que se armara de valor suficiente lanzara una pregunta al aire, el otro la respondiera y después los jadeos llenaran el ambiente.

Edward estaba en el baño de la habitación y Bella descansaba las piernas sobre la cabecera de la cama, así acostada respiraba tranquilamente, con la única espera de ver entrar al hombre de los cabellos alborotados; le imaginaba llegar hasta su cuerpo y depositarle una serie de besos en cada parte que deseaba.

Cerró los ojos con fuerza y se encontró rozándose el vientre con las yemas de sus dedos, la puerta se abrió y escuchó un jadeo.

Los ojos verdes del hombre la penetraron, y la boca de éste estaba en el suelo y ahogándose en saliva al verla.

-Me imagino-le dijo cerrando la boca y acercándose hasta quedar a escasos centímetros sobre su boca, y apoyando las mano a los costados de su cuerpo-Que él- hizo un mohín cuando pronunció la palabra que ambos sabían se refería al novio de ella- está sumamente complacido contigo en la cama.

Ella no sabía si reír o contestar sinceramente la pregunta y optó por lo segundo.

-El nunca me ha excitado tanto-dijo girando su cuerpo y atrayendo a Edward a sus cálidos labios que lo esperaban gustosos. Bella no había mentido, de hecho ningún hombre la tenía bajo semejante ridículo como Edward lo había conseguido.

El bajó sus manos hasta sujetar su cintura y ella quedó arrodillada sobre el borde de la cama, mientras sus manos se perdían en la espalda de aquel hombre exageradamente hermoso que tenía devorándole la boca.

Esa confesión le había dado más de lo que Edward necesitaba saber. Quizá Bella no fuese feliz, y en un momento de locura, imaginó que él podría darle lo que su seguramente “aburrido” novio no le daba. El sería un bastardo aprovechado, pero sería inimaginablemente feliz si ella adornara su cama cada día. Abrió los ojos de golpe y se separó de Bella cuando descubrió sus propios pensamientos.

-¿Qué quieres decir?-se obligó a preguntarle, Bella echó el cuerpo atrás y se sentó en la cama, con las piernas cruzadas y palmeándole el costado. Edward se encaramó por las sabanas y se dejó caer en su lugar.

-A veces disfrutas más con un desconocido que con tu propio…-estuvo a punto de decir desconocido, pero corrigió-…novio

A Edward no le pasó inadvertido el casi error cometido, pero decidió, no ahondar en el tema.

-¿Estas disfrutando conmigo?-preguntó girando sobre su costado y apoyándose en un brazo que sostenía su cabeza.

Bella sintió que el mundo se colapsaba alrededor de ella. ¿Cómo explicarle que la estaba pasando jodidamente en grande? ¿Cómo decirle que nadie le hacía sentir la necesidad de querer tenerlo dentro por siempre?

-Si-susurró con menos fuerza y seguridad de lo que quería, pero aún así, Edward sonrió.

Dibujaba figuras en su abdomen y Bella reía por lo bajo.

-Cuéntame más de ti Bella-pidió y le dio un dulce beso en la mejilla, que la hizo estremecer. El quería saber más de ella ¿Por qué? No lo entendía, solo entendía que ella deseaba lo mismo.

Bella le miró fijamente, con expresión pensativa y clavó sus dientes en el labio inferior, unos segundos después confesó con un bufido - Mi vida apesta.- Y volvió a apoyar su espalda sobre el colchón. Alcanzó un cigarrillo, lo prendió y Edward quiso ser humo cuando esté -tóxico y caliente-, acarició sus labios.

Luego recordó que era un ser miserable, pero eso le iba dando más igual conforme avanzaba la noche. Bella era un bálsamo para su conciencia. Bella era de algún modo su igual: igual sentimiento de asco y decepción hacia su vida, igual insatisfacción con su pareja, igual pasión contenida. Mierda. Bella era su igual.

Pero Edward sabía que en el fondo no era lo mismo. Porque él se iba a casar en unas horas y eso era incomparable con una simple aventura de una noche que era lo que pensaba que esto significaría para ella. Y el simple pensamiento de que Bella le olvidase le retorcía el estómago. Él desde luego que no iba a poder hacerlo No la olvidaría nunca.

- ¿Qué hay de la tuya? – Bella pensaba que la nicotina le calmaría los nervios como tantas otras veces en el pasado.

Había dejado de fumar unos años atrás, por Mike. No es que lo hiciera en exceso, a ella le gustaba sentarse a leer, con una taza de café caliente y fumarse un cigarrillo de vez en cuando. Un pequeño placer. Una travesura al final del día. Ni eso pudo conservar.

”Bella apaga eso, es por tu bien”. Todo siempre era por su bien. Ella había empezado a estar harta de tantas limitaciones, aburrida de su vida y en ese justo momento no sabía exactamente cómo, se encontró con un diamante en el dedo, que a ella le parecía más una soga alrededor del cuello.

- Mi vida apesta mucho más que la tuya – susurró él cerrando su boca alrededor de la de ella, atrapando el humo que Bella pretendía lanzar a la atmósfera de esa habitación de hotel. La besó y exhaló el aire contaminado de sus pulmones que había tomado de su boca.

- Si, seguro – Bella le desafió con incredulidad en la voz. Bella tenía claro que su vida, con un pie peligrosamente en el altar, era la que más apestaba del mundo.

- ¿Qué te apuestas? – Edward recogió el desafío sin saber muy bien cómo iba a responder a él. Conocía a las mujeres, no tan bien como le hubiese gustado ya que se había dejado engatusar por Jessica hasta las últimas consecuencias, pero sí sabía del corporativismo femenino. Ninguna mujer soportaría gratuitamente y en silencio saber que su amante va a jurarle amor eterno a otra mujer en unas horas. Seguramente Bella enfurecería por ella y solidaria, clamaría justicia por el engaño a su futura esposa. O quizá no.

- Se me ocurre algo- Bella dispuesta a tentarlo, deslizó sensualmente su dedo índice por el tirante rosa de su sujetador y Edward tragó en seco antes de que éste recorriera el borde superior de la copa. Él quería ver ese sujetador decorando el suelo, como el resto de la ropa. Podía ganar la apuesta. Ya imaginaba sus manos haciendo de nuevo el trabajo del encaje, sostenido con devoción los pechos, redondos, firmes y perfectos; acariciando sus cumbres primero con ligeros toques del pulgar, suavemente, luego estaba seguro de que no podría evitar que terminaran de endurecerse bajo su lengua.

Carraspeó para aclararse la garganta antes de enumerar algunas de las cosas que le hacían un poco más difícil encarar un nuevo día; obviando la estridente voz de Jessica, había cientos de razones por las que la aparente idílica vida de Edward era una completa basura.

- Mi último trabajo me aburre mortalmente; no me gusta mi casa, tampoco me gusta mi coche; tomo café descafeinado por la mañana e invariablemente ceno a las 6; además me tengo que esconder para fumar. ¿Apesta lo suficiente?– tomó de nuevo los labios de Bella cuando terminó de pronunciar la ultima queja. Exhaló el humo.- Será un veneno, pero joder, a veces…el humo, me refiero- Edward se puso nervioso en cuanto Bella curvó sus brazos en la espalda, dispuesta a desabrocharse el sujetador.

Su vida apestaba bastante más, pero ella no iba a descubrirse emocionalmente –al menos no todavía-, prefería que hablara su piel, que iba a echar de menos cada segundo el roce cálido y apasionado de Edward.

Edward le detuvo los agiles dedos cuando llegaron al broche metálico del sostén. Aun faltaba la peor parte y lo tenía muy claro.

-Digamos que los matices negros pintan el mundo que vivo en completo gris-dijo él pasando sus dedos por el contorno del broche, y sintió la piel de Bella erizarse aun sin tocarla, Bella rió por lo mucho que la sorprendió el que Edward describiera su vida como un cuadro de los 60-Es en serio-dijo él dibujando una sonrisa perfectamente torcida y hermosa.

-Suenas peor que una chica-habló en automático ella y echó a reír. Edward se tumbó boca arriba también con un sonido cálido que Bella reconoció como la risa más hermosa que jamás hubiera escuchado.

-Te dije que apestaba-Bella lo miró y apartó un mechón de cabello cobrizo alborotado que le había caído a los ojos, Edward los cerró instintivamente y ella se imaginó en un momento que desconoció, despertándolo así cada mañana; su pensamiento la aterró y retiró la mano.

-Continua-dijo un tanto avergonzada.

-Mi mejor amigo es precavido, de no ser por él no estaríamos aquí. Beber y yo somos compañeros cuando llueve demasiado, Cervantes inventó muchas frases del Quijote en especial para mí. Y todos mis calcetines son grises-terminó haciendo una mueca como si quisiera contar el número de pares que guardaba su armario-Mucho más apestosa que tu vida.

Ella sonrió. Tenía más cosas en común con ese completo desconocido que con su prometido.

-Juguemos-pronunciaron sus labios y se puso de rodillas sobre el colchón plantando un beso suave en el torso desnudo de ese perfecto hombre, que de haber nacido entre los Romanos hubiese podido pasar por un dios pagano.-Preguntas y respuestas ¿quieres?

Edward sonrió y se sentó en la cama.

-Juguemos-dijo-Pero debe haber una regla-Bella hizo un mohín mientras él tocaba sus mejillas rosadas-Tendremos que contestar únicamente la verdad y serán tandas de 5 preguntas ¿De acuerdo?-Edward sabía que se echaba la soga al cuello con sus propias respuestas, pero había decidido dejar de andar jugando en el cielo. Quería comprobar que en el suelo (al lado de Bella) se vivía mejor.

-Trato-respondió ella y sus labios chocaron con los delineados que tenía enfrente.

-Damas primero-sonrió él en parte por nervios, y en parte porque quería aplazar un poco más la condena que el mismo se había impuesto.

-¿Color favorito?

-Verde.

-Como tus ojos-dijo ella sin pudor. A esas alturas el “pudor se había esfumado” por completo. Y Bella, recostada en esa cama, dudaba seriamente que alguna vez lo hubiera contado entre su vocabulario.

-¿Juego favorito?

-Damas, aunque también me divierte el ajedrez.

-Calculador e Inteligente-mencionó ella y Edward subió los hombros al mismo tiempo que hacía un mohín del cual Bella estaba segura de trasfondo llevaría un “Puede ser”.

-¿Deporte?

-Golf

-Todo un intelectual- apreció ella.

-¿Comida favorita?

-Italiana, aunque la Mexicana es deliciosa-y se sobó el estómago.

-¿Hobbie?-Preguntó como último recurso, no quería irse directa al grano y preguntar “relación amorosa”, aunque era la primera pregunta que hubiera deseado hacerle decidió esperar a la próxima tanda

-Soy fan de un buen té y de Debussy. Se resume a escuchar música clásica. Mi turno- Dijo él con un tanto de prisa y agradeciéndole a todos los ángeles que Bella no utilizara el recurso NOVIA en la primer tanda.

Bella respiró hondo y se meneó el cabello con las manos.

-Lista-dijo detrás de una sonrisa nerviosa; sin tener todavía claro qué iba a contestar si Edward preguntaba por su situación sentimental.

- ¿Tienes alguna mascota? – la amplia sonrisa de Edward presentaba alto y claro el doble sentido de sus palabras. Bella se le quedó mirando con la boca entreabierta antes de cerrarla con el candado de sus dientes clavados en el labio inferior. Escuchó un gemido que no supo identificar si era suyo o de Edward, quien en ese momento la miraba con impaciencia y deseo a partes iguales.

-Ninguno, soy alérgica a la mayoría de epitelios de animales – Bella encogió los hombros resignada- lo intenté con los reptiles- cerró los ojos fuerte, estremecida con el recuerdo- pero no me gustan las cosas frías y húmedas. – Cuando Bella se dio cuenta de la información extra que había proporcionado buscó sus ojos, en los que el deseo se había impuesto a la impaciencia y a cualquier otra sensación que se atreviera a perturbar ese instante. Obviamente encontró más de lo que esperaba, pero en ningún caso compasión. Él todavía tenía cuatro preguntas por delante.

- Así que no te gustan las cosas frías y húmedas…- le restregó su desliz con una sonrisa victoriosa: Bella frunció ligeramente el ceño y Edward le acarició el gemelo antes de formular su siguiente pregunta.- ¿Tuviste una infancia feliz?

-Feliz…-repitió Bella reflexiva; parecía que le costara identificar esa sensación y Edward instintivamente la atrapó en sus brazos hasta colocar esa cabeza que no dejaba de pensar sobre su pecho que martilleaba por la espera y el contacto- supongo que sí fue feliz – dijo mientras giraba la cabeza para ver a Edward y lo encontraba con los ojos cerrados. Sus brazos se estrecharon sobre ella, uno cruzando sus hombros; otro atravesándole el estómago.

- ¿Qué llevabas puesto el día de tu primer baile de instituto? – Edward ronroneó sobre su cabello.

- Eh! Entonces era menor de edad- fingió quejarse Bella que se revolvió sobre él hasta que notó dispuesta y expectante la salvaje erección de él clavándose en su espalda. Ese detalle no parecía importarle demasiado a ese músculo. Él descendió la cabeza hasta encajarla perfectamente en la curva del cuello de Bella, como dos piezas de un puzle. Le susurró al oído:

- No te preocupes, será tu delicioso cuerpo de veinteañera postadolescente el que desnude mi mente– Edward le pellizcó con los labios la suave piel e inspiró profundamente el aroma que lo había seducido sin remedio. Él deseaba imaginarla radiante, feliz, descendiendo unas escaleras blancas vestida…de seda azul. Abandonó su cuello y acomodó el mentón sobre la cabeza de ella. Deseó haber sido él quien la esperara a los pies de esa escalera, lo habría hecho con un brazalete de fresias; ella entonces habría sido suya y no la habría dejado escapar… ni habría conocido a Jessica.

- ¿Edward? –Bella había terminado de contarle su peripecia en el baile de primavera y sospechaba que Edward no había escuchado ni una palabra.

- ¿Era azul?- quiso saber él con las palabras atropelladas en su garganta.

- ¿Eso cuenta como otra pregunta? – Bella sonrió para sí, saboreando la revancha. A Edward sólo le quedaba una pregunta antes de someterse a otra ronda. Bella no pensaba ser tan benevolente esa vez.

- Si Bella, pero responde pequeña, ¿Tú vestido era azul? – los labios de Edward se movían contra su sien en una delicada caricia que contrastaba con la exigencia desesperada subyacente en su voz.

- Sí, de seda azul – de nuevo el gemido misterioso resonó en la habitación y Bella supo que ese era el sonido que hacía el corazón de Edward cuando rebotaba en su pecho. Se abrazó con los fuertes brazos de él para esperar la siguiente pregunta.

- ¿Te merecía tu acompañante?

- ¿cómo?

- Tu acompañante en el baile, Bella, ¿merecía ir de tu brazo?- la voz de Edward se había endurecido casi tanto como su miembro que presionaba imponente en la baja espalda de Bella.

-¿Lo de merecer ir de mi brazo es un eufemismo de si el chico me quería? – preguntó Bella todavía sorprendida. Edward gruñó y si eso no hubiese sido imposible, Bella habría jurado que Edward estaba celoso.

- Bella todavía no es tu tiempo de preguntar- le recordó casi advirtiéndole.

- Sinceramente creo que no. – Edward exhaló más fuerte de lo que le hubiese gustado al escuchar aliviado la respuesta y Bella tragó en seco al escuchar su confesión en alto. Ella sospechaba que aquel chico ambicioso y petulante nunca la había querido, pero ahora, sintiéndose inexplicablemente amada en los brazos de ese extraño, lo sabía con certeza. Y aun así se casaría con él en unas horas.

Tenía que dejar de pensar en eso, ella lo sabía, pero era inevitable no sentirse estúpida cuando acababa de comprobar que podía tener más de lo que esperaba de la vida. Que podía sentirse amada y perdida en brazos de alguien que no era Mike Newton.

Respiró, era momento de la verdad.

-¿Tienes hermanos o hermanas?

- No, soy hijo único, pero sí tengo un par de amigos que son como mis hermanos –Edward sonrió para él al recordar a Emmett y a Jasper; sus amigos incondicionales a los que la única vez que había visto realmente tristes y preocupados fue cuando les comunicó su intención de formalizar su relación con Jessica.

- Intuyo que uno de ellos es quien tiene que ver con que tú y yo estemos ahora aquí- dedujo Bella, en parte divertida por la escena que formaba en su mente. Edward recibiendo la llave de manos de un amigo, un guiño, un abrazo. ¿La habría ganado en una apuesta? ¿Sería su regalo de cumpleaños?

- ¿Eso cuenta cómo pregunta? -Edward arqueó una ceja y deseó con todas sus fuerzas que ella dijera que sí y así aumentar la probabilidad de escapar indemne de la ronda. Bella le miró un instante y él supo que sus ojos eran indulgentes; eso sólo lo puso más nervioso.

- ¿Cuando es tu cumpleaños? – preguntó después de atormentarlo con su silencio unos segundos más.

- El 20 de Junio –respondió él desconcertado, ya que al sentir cómo el pecho de Bella se agitaba ligeramente con cada respiración, temió lo peor.

-¿Cómo duermes?-preguntó ella su tercera pregunta; con la última daría el golpe final.

-¿A qué te refieres?-bromeó él intentando salir por la tangente y esperando que al formular “en bóxers, pijama o nada” contara como otra pregunta.

-Sabes a que me refiero-Bella golpeó su torso con una mano, que el atrapó y llevó a los labios

-Bien, bien-tragó en seco-Depende de la situación-respondió un tanto incómodo, no quería decirle que dependía de si había estado con su chica o no, porque estaba claramente explícito que con ella no pensaba dormir con prenda que le estorbara.

Bella hizo un mohín, no le gustó la respuesta a esa pregunta y una onda de calor y furia se extendió por todo su cuerpo, sabía que le debía achacar aquel sentimiento a los celos clandestinos. Aunque ni siquiera tenía idea del porqué. Edward meramente era un completo desconocido.

-¿Cuántas mujeres pasan por tu cama?-preguntó sin poder contenerse. A Edward se le escapó una risa traviesa, o nerviosa, en ese momento ya no distinguía nada.

-Veamos, anualmente una, mensualmente una, semanalmente una, y diariamente, no sería que estuviera de muy buen humor- Eso acabó con la paciencia de Bella, el que únicamente una mujer adornara las sábanas del chico que tenía en ese momento, le hizo sentir una revolución en el estómago. Y dar el golpe letal.

-Entonces estás casado-no podía esperar más, y lo soltó como dado por hecho más que como pregunta.

-Vamos Bella, ¿con esa afirmación quieres acabar tu ronda?- Inmediatamente se arrepintió de haberlo dicho. Los ojos de Bella se tornaron coléricos, y la satisfacción de que ella estuviese celosa infló el pecho de Edward.

Tendría que decirle la verdad, no podía seguir evitándolo.

-Está bien, está bien- se sentó en la cama y tamborileó los dedos sobre sus piernas-Aun no estoy casado, tengo novia, pero estoy comprometido-la última frase resonó en la mente de Bella cual eco sordo.

En ese instante quería haberse quedado callada, y nunca haberle preguntado absolutamente nada, quería no haber sabido si compartía cama, odiaba por alguna extraña razón a la mujer con la que iba a casarse, odiaba a Edward por haberla hecho sentir tanto en unas cuantas horas. Y se odiaba a si misma porque sabía que estaba en igualdad de condiciones.

-Voy al baño-dijo y se levantó sin decir más.

Cuando el agua fría resbaló entre los dedos, y después estuvo en su rostro, reconoció que de haber encontrado a ese hombre hacía unos meses ella no se sentiría tan sumamente sola. Y eso solo la dejaba en la línea del amor. ¿Se habría enamorado de un desconocido?. No quiso responder la pregunta, a la cual temía responderse con un SI.
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Ya se q voii a empezar con miis diisculpas, pero sinceramente no he teniido cabeza para hacer algunas cosas, el domiingo publiico MAC lo siiento besos y espero q diifruten este extra lemmon

4 comentarios:

  1. Hola, me gustó mucho este capi, a pesar de la realidad de ambos, hicieron conexión!!! me encantó como lo has manejado. Espero con ansias el tercero. saludos.

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  2. Diooooos es tan intensooooooooo qe me voy a morir moriii moriiiiiiiiiii se han fajado locamente me tienen pegada del compu!!! las amoooo... las amooooo graica por hacerme disfrutar tanto te amoooo cielo

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  3. OMGGGGG! geniaal estee capii xD

    espeeroo eel otroo connn ansiaaass!

    felicidadeess a laas dooss!

    soonn geniaalees :)
    besooss(K)

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  4. wuopoo!! q capiii sisisisi!!!!!!!!!!!!1111

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EntOnces q Les parece?
QeremOs saber sus OpiiniiOnes
regalenOs un energetiizante review
besOs lObunOs ♥