viernes, 9 de julio de 2010

HOTEL ROOM CONFESIONS-CAP O1-Teles & ViiBlaCkW



Summary: La última noche, una habitación, mil confesiones

-Todavía no es tarde, Bella

CAP O1 "Irrumpes en mi vida"



"Isabella, ¿aceptas a Mike como tu legítimo esposo, para amarle y respetarle todos los días de tu vida..?." -Bella se despertó alterada y sudorosa, como si acabara de tener su peor pesadilla. Y en efecto, así era, una que iba a ser superada por la realidad en pocos días.
"Son los nervios, sólo son nervios" se dijo a sí misma para tranquilizarse. En apenas dos semanas sería la esposa de Mike Newton. Incapaz de volver a dormirse, se levantó de la cama y caminó hacia las escaleras; en el cuarto contiguo al suyo podía escuchar los ligeros ronquidos de su padre. Se sonrió. Lo iba a echar de menos. Sigilosa descendió las escaleras y caminó hacia la cocina. Se sirvió un vaso con agua y le dio un par de sorbos.

Había algo que no estaba bien con ella. "Sólo son nervios" recordó las palabras de Reneé, su optimista madre. Pero el caso es que llevaba sin poder dormir bien desde que Mike le puso aquel anillo de compromiso en el dedo; ése que ahora estaba guardado en el joyero.

Miró el reloj en la pared, eran todavía las 5 de la mañana. Decidida a no volver a subir a su habitación, revisó el estante que había junto al televisor y eligió la película que -como tantas veces había conseguido la novela en su adolescencia- le había transmitido toda la calma del inhóspito páramo. Se acomodó en el sofá, agarró el mando a distancia y pulsó Play. Si Ralph Fiennes y su amor enfermizo en Cumbres Borrascosas no conseguía darle paz, entonces nadie lo lograría...
"Todo empezó con la llegada de un desconocido " "¿El señor Heathcliff?"" Tendrá que esperar" Sonrió para sí cuando escuchó la frase "Los pensamientos son tiranos que regresan una y otra vez para atormentarnos". Cuánta verdad había en esas palabras.
Bella se cubrió con la manta y se acurrucó. No tardó en quedarse dormida.
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Alice y Rosalie lucían sus perfectos cuerpos envueltos en telas preciosas, que destilaban brillos a kilómetros de distancia.

Alice y Rosalie siempre se verían hermosas. Eran seguras y coquetas. Por esa razón ya reían a carcajadas con un Martini en la mano mientras Bella se compadecía internamente por el barman rubio que las atendía. Alice y Rosalie nunca cambiarían. Pero no le importaba, porque ellas siempre serían sus mejores amigas. Sus dos mejores amigas, quienes afortunadamente no estaban a dos pasos del altar y medio segundo del “Sí, acepto.”

Se acercó hasta la barra junto a las dos hermosas chicas, sintiendo un nudo en el estómago. Ésa era la realidad, se casaría con Mike Newton.

-¡Bella!-gritó y brincó Alice hasta abrazarla.

Rosalie, Rose, Rosita, como le diría de cariño Bella, besó su mejilla y le tendió una copa, Bella arrugó el ceño a lo cual solo obtuvo una respuesta –Vamos, no seas mojigata, solo es una copa de Martini-su amiga rubia se acercó a su oído-Mike no te dejará tomar, por una eternidad.

Bella sintió que iba a vomitar en ese instante, y se apresuró a tomar la copa de la mano de su perfecta amiga Rose. –Así está mejor-dijo ella y sonrió.

-Cínica, descarada, chantajista-Bella pensó un montón de adjetivos calificativos para la rubia que contoneaba las caderas al ritmo de la salsa que sonaba en ese lugar.

-¿Lista para disfrutar tu “despedida de soltera”?-Pronunció Alice, la pequeña duende de cabellos negros y puntiagudos. Alice no estaba de acuerdo con los planes de boda de Bella. La conocía desde que eran pequeñas, y por lo tanto sabía que Bella no estaba preparada para casarse, y mucho menos para casarse con Mike Newton.

Alice siempre había pensado que Mike era un hipócrita, que esa cara de “niño bueno” solamente era una máscara que escondía quien realmente era. Y lo odiaba, por ser “el perfecto novio de Bella” ante los ojos de Charlie y Reneé los padres de ella. Alice había intentado persuadir a Bella de no cometer >>El peor error de su vida>>. Pero simplemente su amiga era muy obstinada.

-Alice-siseó Bella. No le gustaba que la hiciera sentirse arrepentida, no le gustaba que precisamente en ese momento quisiera darle la razón a la chica que tenía frente a ella. En efecto quería disfrutar. Y no quería casarse, sin embargo lo haría.

-¡Ya basta par de lloronas!-Tronó la rubia modelo a sus espaldas-Vinimos a hacer que se te olvide, que dentro de unos días estarás con pilas de ropa que planchar, y haciendo lasaña para tu “maridito”-Rose tenía una manera muy peculiar de hacerte notar tus fracasos.

-Agradezco que seas mi amiga, Rosita-dijo Bella sonriéndole intentando devolverle el golpe, Rose odiaba que la llamara de ese modo.

-Hoy no Bella, ven acá- la empujó a la pista llena de cuerpos apretujados moviéndose al mismo ritmo.-Búscate una presa, hoy no hay reglas-dijo su amiga.

Bella volteó para enfrentarla, pero solo veía su cabello rubio ondeando en la barra, y a Alice sonriéndole al barman. La multitud se agolpó sobre ella y la dejó en el centro de la pista. Se sentía asfixiada, quería regresar.

Buscando una salida hacia la barra chocó con un cuerpo que parecía hecho de mármol –Lo siento-masculló. Levantó la vista y entonces lo vio.

- No te disculpes, preciosa; que me golpees con tu cuerpo es lo mejor que me puede pasar esta noche.- Edward no pudo esconder la franqueza de su realidad al encontrarse con semejante belleza entre sus brazos.

Bella arrugó la frente tratando de distinguir si era un lamento lo que acababa de escuchar acariciarle el oído o era otra broma de su subconsciente dispuesto a hacerle todavía más duras las últimas horas de soltería. Un latido después, la caricia se convirtió en un jadeo teñido de preocupación que iba acompañado de unas fuertes manos sujetándola por sus hombros:

- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

Bella turbada por el abrasador contacto en su piel, se mordió el labio inferior y negó con la cabeza. No estaba bien y no se había hecho daño.

Él sabía que debía pero no quería soltarla. No era algo que hubiera reflexionado durante los últimos segundos; ese tiempo lo había pasado perdido en recorrer cada parte de su rostro, bello y angelical pero que en cierto modo parecía extrañamente atormentado.

Una ineludible y absurda curiosidad por conocerlo todo sobre ella le invadió. No separarse de su cuerpo era ahora una necesidad, se sentía realmente bien la piel suave debajo de sus dedos. No sabía si debía atreverse; mentira, sabía que no debía pero aun así lo hizo: arrastró despacio los pulgares y la dueña de la piel que él acariciaba cerró los ojos estremecida.

Y entonces se sintió un traidor y un enfermo.

Bella no podía manejar el temblor que le causaba el roce de los dedos de ese desconocido. Cerró los ojos. No recordaba la última vez que Mike le había hecho sentir así; de hecho no recordaba haberse sentido así jamás.

Estaba repentinamente excitada y aquel chico sólo la estaba sujetando por los hombros.

Fantaseó, no quería ceder pero no pudo evitar desear enredar sus dedos en ese pelo suave y cobrizo en el que tenía centrada la vista para evitar mirarle a los ojos, o a los labios. Si le miraba a los labios sabía que tendría que besarle. No iba a poder contenerse… y engañaría a Mike. No, ella no iba a hacer eso la noche antes de su boda a pesar de que era lo único que deseaba. Se sentía débil y en cierto modo...sucia. Alice seguro que disfrutaría de ver como sus dudas hacían trepidar su conciencia.

Edward -incapaz de dominarse-, hizo lo último que debería haber hecho: descendió su cabeza e inspiró el embriagador aroma del cabello de su rehén, al tiempo que soltaba su hombro derecho y acariciaba una de las ondas castañas que lo habían fascinado desde que la sintió golpear contra su cuerpo. En ese momento que la tocaba sin permiso, él era poco menos que un violador; y gracias a ese pensamiento destructivo consiguió soltarle el otro hombro.

- Definitivamente tropezar contigo es lo mejor que me puedo pasar esta noche y quizá en lo que me resta de vida – confirmó antes de reunir todo el valor y el control que pudo para dar un paso atrás y comportarse como el hombre respetuoso con las mujeres que siempre había sido… y el esposo de una en que iba a convertirse en aproximadamente 14 horas.

La sensación de nauseas y mareo se volvió a acrecentar en el cuerpo de Bella. Y después de que el chico de los cabellos cobrizos hablara, levantó la vista despacio e hizo lo que no tenía permitido.

Despacio subió la vista a sus labios, despacio fue a sus ojos. El corazón le bombeó deprisa al chocar con los orbes verdes más perfectos que jamás hubiera visto. Sus labios eran delineados y delgados, los cuales en efecto, le tendían una invitación a apoderarse de ellos.

Bella se recriminó varias veces los pensamientos. Aquello estaba mal y ella lo sabía, sin embargo deseaba que él la tocara. Que volviera a hablarle. Deseaba no estar a punto de casarse.

Edward esperó mientras se percataba que le miraba. La chica tenía unos ojos castaños preciosos, y le gustaba el sonrojo de sus mejillas cuando las luces de neón chocaban contra su piel blanquecina.

El sonrió y Bella no supo en qué momento fue que se vio decidida a hablar, ni siquiera conocía esa faceta suya. Siempre obediente, siempre atenta. Nunca había dejado salir a su verdadera Bella. La que bailaría con Alice y Rosalie al compás del reggae, la que sin duda tomaría a ese chico de la mano y lo arrastraría hasta hacer que sus caderas se restregaran por su cuerpo.

-¡Al demonio con las reglas y la “moral”, después de todo Bosé diría que la castidad no se debe guardar contra tanta frivolidad, dependería de a cambio, dependería de con quién!-pensó Bella, consciente que dependería de que la hiciera olvidar lo que “tenía que hacer” y la condición del con quién sería una estupidez teniendo a ese chico cerca.

-¿Quieres tomar algo?-habló, no supo cómo, no supo de dónde se sintió fuerte para decirlo, pero lo hizo.

No era lo que Edward esperaba, pero no pudo evitar colgar una sonrisa torcida en su rostro. La atrajo a él y le susurró.

-Solo hay una copa que no quisiera dejar pasar- Estaba enfermo, sí, claro que lo estaba, pero ella también sentía esa adrenalina que fluía entre sus cuerpos. La sintió tragar en seco y después la piel erizarse debajo de sus dedos.

-Es una noche importante-dijo como pudo la chica-No hagas que me arrepienta-finalizó.

Tras esa decisión, ya no había vuelta de hoja. Irían a compartir “la copa” juntos. Bella se incendió terriblemente cuando pensó en ellos dos juntos. Si Alice y Rose querían que fuera menos mojigata, bien, ya lo habían conseguido.

Él la tomó de la mano y la arrastró entre la aglomeración de la pista. Bella no pudo ver más a sus amigas, solo se dejó llevar por el deseo que ni ella misma conocía en su propia carne

Edward iba a pagar cara esa falta a su “futura mujer”, pero ahora nada importaba. Después de todo. Era su despedida de soltero.

Durante dos segundos no pensó en otra cosa que no fuera lo extremadamente difícil que le resultaría hacer una sucesión de gestos tan simple como llegar a la puerta de un hotel, caminar hacia la recepción, solicitar una habitación, registrarse y -con una enorme sonrisa- agarrar de la cintura al sueño moreno que tenía por acompañante; para subir a la habitación y poseerla inmisericorde hasta el amanecer.

Y es que la mitad de hoteles de la ciudad estaban ocupados por los invitados a su boda y la otra mitad seguro tenían alguna copia del periódico en el que le habían asegurado, salía una fotografía suya abrazando a la que pronto sería su esposa. Jessica. Rubia. Y también infantil, caprichosa e insoportable.

Palmeó el bolsillo trasero de su pantalón, sintió la tarjeta-llave y le embargó una extraña sensación de triunfo. No pensaba que agradecería tener un mejor amigo tan previsor y depravado.

Emmett había deslizado la llave en su bolsillo con una sonrisa ladina: “Habitación 843, si preguntan te llamas Emmett McCarty, obvio; deja el pabellón bien alto, campeón y no te preocupes, ellos están acostumbrados a los gritos”. Edward en aquel momento negó con la cabeza y aunque le agradeció sus buenos deseos para esa última noche de soltería, estaba convencido de que no la necesitaría.

Y aquella tarde había estado equivocado, como toda su vida.

Y ahora no sabía el nombre de la chica que tenía fuertemente asida de la mano y que le había hecho cambiar de plan respecto a dónde, cómo y con quién pasar sus últimas horas de libertad. Emborracharse hasta perder el sentido había sido su primera opción, su único deseo hasta que aquella chica le golpeó el pecho, en sentido real y figurado.

- No sé tu nombre – le preguntó al oído; no pudo evitar inspirar cerca de su cabello y que sus pulmones se llenaran de nuevo con la tórrida esencia de la mujer que tan bien se sentía en sus brazos.

- ¿Para qué necesitas saberlo? – preguntó con voz temblorosa. Ella temía que llegara ese momento. Bella quería dejarse llevar por una vez en su vida, quería divertirse y hacer una locura. Bella no quería ser Bella aquella noche.

- Yo soy Edward – se presentó él presto, en cuanto percibió una sombra de duda en la chica- No hay nada que desee más que escuchárselo pronunciar a esos labios cuando te tenga estremeciéndote debajo de mi cuerpo.- Edward no pensaba revelar sus más febriles pensamientos, pero de algún modo no se arrepintió de su inusitada franqueza. A partir del día siguiente no le esperaban muchas ocasiones en las que pudiera ser sincero y menos en la cama.

- Bella, mi nombre es Bella- contestó ella, que había ardido sin remedio al sentir en su cuello el roce caliente de su aliento masculino.

Había olvidado inventarse un nuevo nombre acorde con esa personalidad desinhibida que pretendía probar al menos por una noche. Y no le resultaba difícil imaginarse echando la cabeza hacia atrás, recorrida por un estremecedor orgasmo.

Ni Mike en sus mejores noches había conseguido excitarla la décima parte de lo que había logrado encenderla ese hombre simplemente por sostenerla por los hombros mirándola con ojos hambrientos; por agarrar su mano firme, y susurrarle sus deseos sin restricciones.

Cuando estuvieron a punto de cruzar la puerta Bella intentó soltar su mano y él afianzó el agarre unos segundos hasta que la luz de las farolas le sacudió la conciencia y con pena y culpa aflojó los dedos.

Bella intentó por todos los modos mantener un metro de inocente y dolorosa distancia entre el cuerpo de Edward y el suyo mientras el aparcacoches acercaba un BMW rojo a la puerta de la discoteca. Él cortésmente le abrió la puerta y ella ocupó el asiento del acompañante.

La tensión de su gesto no le pasó desapercibida a Edward: Ella no quería que los vieran juntos.

El hecho de que Bella probablemente tuviera a alguien más en su vida le llegó en forma de un ridículo y absurdo azote de celos que le obligó a apretar la mandíbula durante no más de una décima de segundo, el tiempo que necesitó para recordar que sus propios zapatos estaban infinitamente más sucios.

- Seremos discretos – dijo él antes de arrancar.

- Gracias- suspiró ella y nerviosa se mordisqueó el labio inferior.


No quería mostrarle la cremosidad de sus piernas cuando se dieron paso a subir en el auto. Y sin embargo lo hizo, a Edward se le hizo la boca agua, y tragó la saliva. Definitivamente la quería debajo, sobre y en él en ese mismo instante. Tendría que esperar.

El registro, y el aguarde por la llave, no fue necesario. Edward volvió a bendecir internamente a Emmett “Solo disfrútalo”- recordó a su amigo hablarle para después soltar una sonora carcajada. Y estaba dispuesto a hacerlo. Disfrutar, disfrutar cada parte de la piel de Bella, disfrutar cada rincón, y cada orgasmo que hiciera que las palabras se distorsionaran de su boca. Estaba consciente que llegaba demasiado lejos con sus pensamientos. Pero a fin de cuentas ella no era una lectora de mentes.

Sonrió asiendo el volante del BMW y la miró. Ella estaba roja brillante, como el mismo coche. Bella se sonrojaba habitualmente pero ahora lo estaba más que nunca, Bella no era así, en otros tiempos jamás, y jamás significaba nunca en la vida y ni muerta, habría decidido irse con un sujeto que acababa de conocer. Pero algo había en Edward, algo además de sus cabellos cobrizos, algo además de sus bellos ojos verdes, algo, algo que la hacía desmesuradamente sentirse enferma, enferma de calor interior con tan solo saber que lo tenía a unos centímetros de ella.

Edward meneó la tarjeta plástica entre sus dedos, la mano izquierda seguía envolviendo la derecha de su hermosa acompañante. Era un hotel alejado, y único para “Ocasiones Especiales” habría dicho Emmett, ninguno de sus conocidos estaría ahí. Y él podría disfrutar de Bella –y todo su cuerpo- hasta que el alba clareara en el horizonte.

Bella suspiró con el corazón enloquecido. Ella no podría hacer eso, no podía. Pero sin embargo quería. Se sentía extrañamente incoherente en ese momento. Y si Edward le sonreía podría convertirse hasta en bailarina exótica en ese instante. Por él y el deseo que se apoderaba de ella con solo mirarle.

Bella jamás había deseado a nadie de ese modo, se mordió un labio mientras Edward pulsaba los botones del elevador. Le imaginó en todas las posiciones que su mente nunca en la vida habría recabado. Si pensaba en Mike en su cama, podría vomitar. Pero Edward, Edward era un dios, un templo de la belleza, que sin duda sería más que el premio perfecto que decoraría sus sábanas.

Edward se acercó a ella, cuando cerró los ojos con fuerza. Rozó con sus dedos la clavícula y ella tragó en seco.-No tengas miedo-le dijo susurrante-Yo te cuidaré-finalizó y un beso mariposa aleteó en su sien izquierda. Ella se estremeció. Cuando abrió los ojos su sonrisa torcida estaba delante.

El ascensor se detuvo en un golpe brusco. Y abrió la puerta –La hora había llegado-pensaron en sus mentes. Después de aquella primera y última noche, juntos, ya no habría más. Por eso tenían que hacerlo, por una vez, olvidarían los prejuicios, las reglas, la moral y lo “normal”. Para tirarse en brazos del pecado que les hervía la sangre.

Bella caminó delante de él. Un pasillo largo y una puerta dorada “843”, se leía. Dos manos firmes tomaron su cintura atrayéndola hacía una anatomía que ella desconocía, pero que su olor la embriagaba. Sintió que las piernas le fallaban, cuando Edward depositó una serie de besos en su cuello.

-No pierdes tiempo-habló ella, sujetando sus cabellos cobrizos mientras el aún degustaba la piel de su cuello y le sentía sonreír.

-No vinimos precisamente de vacaciones-le respondió y ella suspiró.

Solo sería una noche, se tuvo que recordar. Estaba ahí con Edward, por una noche. Después se casaría.
Edward la soltó y se dirigió a su habitación. –SU HABITACIÓN-pensó ella. Significaba que ella estaba implícitamente escondida dentro de la oración. Porque significaba en todas las maneras que pertenecía a ellos dos.

Las nauseas volvieron a Bella. Sus ojos chocolate se encontraron con los de él y le sonrió sosteniendo la puerta del cuarto abierta.

-Buenas noches, Bella-dijo y ella avanzó hasta su lado.

Edward le había dicho que la cuidaría. La cuidaría hasta de sí mismo. Sería amable, educado, un caballero, y un león bajo las sabanas. Bella estuvo a su lado en un segundo, la atrajo hacia su cuerpo. Entonces pasaron y el cerró la puerta consciente que sería la habitación “843” la única que conocería su secreto.

Edward estaba hambriento de ella y se lo estaba demostrando arrodillado a sus pies, con la cabeza enterrada entre sus piernas. Bella gemía descontrolada con el vestido subido hasta la cadera. Jamás se había sentido así. Famélica. Y con la espalda contra la puerta a punto de alcanzar un orgasmo. Sin duda el mejor de toda su vida.

- Ohh... ¡me muero!- exclamó ella en un grito mientras sus dedos estaban, unos aferrados a la pared junto a la puerta y otros enredados entre el pelo de Edward.

- De eso nada, pequeña. No lo permitiré. –Dijo él sonriendo contra su sexo- No hemos hecho más que comenzar- murmuró antes de volver a invadirla, morderla, lamerla y succionarla con dedicación, con deseo, y con furia. Bella pronto llegó a su orgasmo y él la sujetó cuando a ella empezaron a fallarle las rodillas. Hizo el ademán de tomarla en brazos para llevarla a la cama. Pero el pavor que vio reflejado en los ojos de Bella frenó ese movimiento. Debía estar casada, pero no llevaba anillo. En esos detalles había terminado fijándose de tanto escuchárselo repetir a Jessica.

En el fondo estaba harto de Jessica.

Tomó a Bella de las manos para ayudarla a sostenerse y abrazándola por la espalda la condujo finalmente a la cama.

- Eres preciosa, Bella- le susurró él mientras besaba su hombro e iba desvistiéndola con maestría. Bella cerró los ojos absorta por la sensación de esos dedos ágiles en su cuerpo. Y cuando no los sintió acariciarla, jadeó y supo que fue porque él estaba deshaciéndose de su propia ropa.

Bella se tumbó tímidamente en la cama y se encogió para irracionalmente intentar esconder su cuerpo del desconocido que la había hecho revivir. Había demasiada luz. Ella nunca lo había hecho con tanta luz. A Mike no le gustaba que ella le viera mientras hacían el amor.

- Apaga la luz –la orden salió de sus labios en forma de puchero infantil.

- Quiero verte- respondió él firme- quiero que me veas, todo el tiempo. – su tono era más suplicante que exigente.
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Después de una noche loca de telvisión, me llegó una idea que golpeab cada celula de mi cuerpoun Edward, Bella, pero no cualquiiera, uno perfecto y me dije


- Necesitas una escritora perfecta para hacer algo así


Entonces gracias a Dios tengo la dicha y el honor de contar con una escritora perfecta quese arriesgó a escribir con esta loca. Además les qiero decir que es mi escritora favorita y que sin ellanada de esto sería posible, se trata de T. mi adorada teles, del blog



Quien ademas de ser la escritora idónea es especialista en Edward Cullenes la unica que me ha hecho amarlo tan descaradamente como para anunciarlo en twitter xDTe amo demasiado mi T. mi editora personal!! Gracias por todo.


Espero que disfruten este threshoot tanto como a nosotras nos ha gustado escribirlo y que este primer capitulo las deje con ganas de mas!!

3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo: un talentazo, sobre todo porque me ha puesto la piel de gallina. Impresionante, la historia: pero que ves en la tele, muchacha? Ja, ja, ja
    Besotes y espero con muchas ganas el siguiente capi.

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  2. jajjaaja Wiiii T conviertela al team suiza o vuelvela tem Edward jajajaja...
    ahi mis locas amigas que lindo leer esta idea por fin que puedo decir Ah!!! la cortaron en la mejor parte no se vale jumm lloro ... quede asi todo OMG MIKE!!! JESSICA ... WTF!!OH MF!!! en fin mi Vi mi cerebro meencanta la ideas y mas que T este subida en ese bus son excelentees

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  3. me encantoooo!!!!!!!!!! siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii hay diosssssssssssssssssssssss

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regalenOs un energetiizante review
besOs lObunOs ♥